Michael Lynch es un hombre corriente con una sola peculiaridad: es un ladrón. Pronto comienza a disfrutar más con sus delitos que con el dinero, roba a los ricos para vivir mejor entre los pobres. La ley comienza a estrecharle el cerco, pero consigue ingeniar un último golpe en la más prestigiosa galería de arte y ridiculizar a la policía, a la Interpol y hasta a sus compañeros traidores.
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